Rafael M. Cristo
Pareciera que nos quedamos cortos cuando decimos que, en las últimas semanas, la política en Quintana Roo ha girado en torno a la aún alcaldesa de Benito Juárez, Mara Lezama Espinosa.
Y es que esto que hoy vemos no es desde hace unos días, semanas ni meses. No, esto bien pudiera remontarse al menos cinco años (desde el inicio de su primera campaña), al ser apoyada por propios y extraños para asumir la alcaldía de Benito Juárez, su posterior reelección.
Y seguramente esta inercia, en la que todos los caminos de la política estatal llevan a Mara, continuará hasta el día de las elecciones, o sea, hasta mediados del próximo año… Y más allá.
Resultaría necio no reconocer el impacto político que tiene en la actualidad Lezama Espinosa, al ser la más cercana (sino que la única) aspirante real de Morena al gobierno del Estado.
No pretendemos descubrir el agua tibia ni el hilo negro con esas afirmaciones. Para nadie es un secreto que la alcaldesa cancunense cuenta con el aval, con el decidido respaldo tanto del presidente de la República como del gobernador de Quintana Roo. Nada nuevo.
Entonces: ¿Así o más claro?
De ahí que consideramos una necedad el negar su impacto político.
¿Acaso alguien duda que en la política mexicana valen mucho más esas cartas -la del presidente y la del gobernador- que cualquier posicionamiento, que cualquier adepto, que pronunciamiento?
Sin embargo, cabe decir, este impacto político no se traduce siempre en parabienes, no significa sólo halagos para la morenista.
Por supuesto que esta definición, el hecho saber que existe una figura con tal apoyo para asumir una candidatura con las más altas posibilidades de llegar a la gubernatura, genera un oportunismo muy singular.
Desde hace unas semanas han brotado aquellos que optan por mostrarse reacios a esta candidatura, adoptando una una pose, una faceta hipócrita, tratando así de presionar, de sacar provecho, ventaja, conseguir un cargo, un apoyo o un compromiso de Mara a través del golpeteo mediático, de estar como cuchillito de palo, hasta crear hartazgo.
Otros más, son algunos chetumaleños que siguen creyendo que por ser la capital del estado, a esta ciudad le corresponde la gubernatura así, de facto, atribuyéndose un derecho inexplicable, como si fueran más quintanarroenses que los pobladores del resto de la entidad.
Y entonces han surgido las “presiones” en las que se pronuncian a favor de cualquier otro aspirante, incluso hasta de Rafael Marín Mollinedo, quien no sólo se ha autodescartado, sino que el mismo AMLO ya le cerró las puertas… y ni así quieren entender.
Unos más despistados buscan a Marybel Villegas para presionar no sólo a Mara, sino también al gobernador, al representar la senadora el antagonismo a la actual administración estatal. A la postre, la legisladora federal volverá a saltar a otro partido, esta vez aterrizando en Movimiento Ciudadano. Al tiempo.
En fin, en resumidas cuentas y como lo dijo en su momento Carlos Salinas de Gortari: “No se hagan bolas”, Morena tiene una candidata y ella es Mara Lezama.
Las otras opciones, estarán en otros partidos.