QUINTANA ROO Y SAN PEDRO DE LOS SAGUAROS, ALMAS GEMELAS// Por Rafael Martínez

ARENA BLANCA

QUINTANA ROO Y SAN PEDRO DE LOS SAGUAROS ALMAS GEMELAS

 

Rafael Martínez Cristo

Mire amable lector, lo voy a citar textual como lo publicó NOVEDADES DE QUINTANA ROO (para que no me acuse nadie de copiar algo que no es de mi autoría, como sí lo hizo cierta ministra impuesta por Palacio Nacional).

almas gemelas

Dice así el encabezado: “Políticos quieren vida eterna”. Y la nota señala: “En medio del Plan B de la Reforma Electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, el Congreso de Quintana Roo recibió tres iniciativas de modificaciones constitucionales que dotarían a partidos políticos de perpetuidad y más dinero, además de la posibilidad de que las diputaciones se puedan alargar hasta por 15 años”.

¡EL INE NO SE TOCA… LA PRENSA TAMPOCO!// ARENA BLANCA, Rafael Martínez Cristo

“¡Fíjate qué suave!”, diría Manolín.

¿Deveras ese es el nivel de la política y de las autoridades de Quintana Roo?

Esto irremediablemente nos recuerda la película “La Ley de Herodes”.

Y no señores, si las autoridades y los diputados quieren actuar como “Varguitas”, aquel personaje que cambió de un plumazo la Constitución para erigirse como presidente municipal a perpetuidad, que les quede claro que Quintana Roo no es San Pedro de los Saguaros, ni su gente es igual a la de ese pueblo ficticio.

La cinta trata de un hecho imaginario que al parecer hoy rebasa la realidad. El gobernador en aquella trama se reía sorprendido por la decisión de “Varguitas”: “¿En serio cambiaste la Constitución para reelegirte y perpetuarte en el poder?”, le preguntó más que estupefacto, más que perplejo a aquel vagabundo sin oficio, erigido como alcalde de un pueblito.

Hoy los quintanarroenses nos quedamos igual de sorprendidos que aquel gobernador imaginario. Y más aún:

¿Dónde queda la Austeridad Republicana tan pregonada por el Ejecutivo Federal como para querer aumentar el presupuesto a los partidos?

Y hablando de dineros, fíjese usted: La Suprema Corte de Justicia de la Nación recibió una acción de inconstitucionalidad presentada por el Poder Judicial de Quintana Roo contra los poderes Ejecutivo (Gobierno del Estado) y Legislativo (Congreso del Estado) por disminuir, por escamotear el presupuesto del Tribunal Superior de Justicia del estado, así, de un plumazo y nomás por sus ojos bien azules, valiéndoles sombrilla el respeto a la autonomía, a la independencia de éste que conforma uno de los tres poderes.

¿Qué quiere decir esto? Que la impartición de la justicia les vale tres sorbetes, pues mientras al Poder Judicial le reducen su partida, los buenos políticos generosos de Quintana Roo hoy pretenden aumentar la lana a sus cuates, a los partidos, a entes que sólo se activan en procesos electorales, pero que gracias a éstos hoy aposentan su trasero en una cómoda curul.

Al respecto, el presidente de la Jugocopo de la XVII Legislatura, Renán Sánchez Tajonar, aseguró que “existe plena comunicación entre los tres poderes, el más pleno respeto” ¿Y entonces cómo fue que avalaron la reducción presupuestal al Tribunal Superior de Justicia? Se le inquirió. “Es que fue una iniciativa enviada por el Ejecutivo…” Respondió lanzando la papa caliente. Lo demás sale sobrando y el chiste se cuenta solo.

Ni qué decir de los diputados que hoy tienen en sus manos la difícil decisión de auto-alargar su período legislativo hasta por 15 años. De fungir como juez y parte y regalarse a ellos mismos tan jugoso premio sólo por levantar la mano.

En conclusión, ya sabe, amable lector, no hace falta estudiar (como sí obligan a los magistrados del Poder Judicial para ocupar ese cargo). Mejor practique el arte del abrazo, de la sonrisa hipócrita, de dar la puñalada por la espalda y métase a un partido político, capaz que es chicle y pega, y se hace diputado por 15 años… o más, si para entonces se presenta una iniciativa en la que los legisladores alarguen su estancia en el Congreso por… ¿20, 40 años o para siempre? ¿Le parece bien?

Con eso tendría usted su vida resuelta.

*Único requisito, levantar la mano cuando se le indique.

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