EL RADAR
Rafael M. Cristo
Muy triste y preocupante lo que ocurre hoy en el municipio de Solidaridad, en donde los rencores y los enfrentamientos se privilegian sobre la política constructiva y el diálogo, para así dar entrada a un buen gobierno que cubra las necesidades que este creciente municipio reclama.
Está visto que en Solidaridad no se ha logrado sanar la gran herida que generó la reciente contienda electoral, en la que los votos estuvieron divididos, al grado de llegar hasta la última instancia para dirimir la controversia y otorgar el triunfo a quien hoy ocupa la presidencia municipal.
De eso ni hablar. No pretendemos en este espacio ser jueces ni ahondar sobre si el resultado es justo o no, si es fidedigno o no o si fue legal o no. Todo esto quedará ya en manos de la historia, y francamente sentimos que retomar lo ocurrido podría atizar el fuego y generar más daño que bien a ese municipio.
Lo cierto es que, y esto sí basado en la ley, la máxima autoridad municipal en Solidaridad y en cualquiera otra localidad es el Cabildo, mismo que conforma el Ayuntamiento, el cuerpo colegiado conformado por el presidente municipal, el síndico y los regidores, donde se deliberan los diferentes temas que atañen al gobierno, al municipio y a su población.
Y para no dar más rodeos, nos vamos a referir concretamente a la sesión de Cabildo del pasado miércoles, en donde una regidora llamada Laura Beristain Navarrete tomó el micrófono para patentizar su desacuerdo con la propuesta de Ley de Ingresos para 2022.
Quizá se trata precisamente de la figura que para muchos es la antagonista de la actual presidenta municipal, al haberse enfrentado en la contienda electoral hasta llegar los tribunales. De acuerdo, pero les guste o no les guste, la regidora es parte del Cabildo y como tal, tiene toda la autoridad para hacer valer su palabra, máxime que es poseedora de un elevado número de votos a su favor, emitidos éstos por quienes de alguna forma Laura representa ante el Gobierno de Solidaridad.
A los hechos: La ex alcaldesa y hoy regidora, decíamos, tomó el micrófono para patentizar su desacuerdo de que la ley de ingresos para 2022 es 19.53% mayor al de este 2021, con aparente captación enfocada en impuestos y derechos, lo cual, dijo, dañará a la población en estos momentos en que la economía familiar se encuentra aún afectada por la pandemia.
Agregó que incluso la recaudación se encuentra “sobre estimada”, lo cual pudiera provocar la solicitud de créditos, de un endeudamiento que se debe evitar a toda costa…
Las palabras de Beristain tenían la suficiente coherencia para ser analizadas, tomadas en cuenta. Y en lugar de eso, se privilegió el encono, producto de las heridas aún frescas, sí, pero que no deben hacer más eco en donde lo importante es bien gobernar y darle trámite a la sensatez, no a la disputa.
Primero intentaron callarla a gritos, luego le apagaron el micrófono para después ordenar un receso de dicha sesión, con el único fin de desoír, cerrando toda posibilidad de diálogo, pisoteando el debate, la pluralidad de ideas y mostrando un autoritarismo que en estos tiempos ya no son permitidos.
Y ahí no paró todo. No, ahora la Comisión de Justicia del Congreso pretende enjuiciar políticamente a Beristain, a fin de hacerla a un lado, de retirarle su regiduría.
Esperemos que por el bien de todos en Solidaridad esta friccionada situación se termine, porque además Beristain no está sola, sabe defenderse y tiene las suficientes armas para hacerlo, como la dirigencia que le acaban de otorgar en la Asociación de Autoridades Locales de México, lo que quizá la convierte hoy en la política quintanarroense cuya voz se oye más fuerte y más lejos.
Lo mejor es ponerse a trabajar, que Solidaridad lo necesita.