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Rafael Martínez Cristo
Mientras más se acerca la etapa de definiciones de las candidaturas que habrán de competir en el próximo proceso electoral, más se evidencia la elección de estado que pretende imponer el gobernador Carlos Joaquín González, al ir por todas las canicas, sin dejar ningún resquicio a la verdadera competencia democrática, colocando a sus huestes no sólo en la alianza bajo su yugo (PAN-PRD PRI), sino también en la de los contendientes.
Ahora es el turno de Solidaridad. Hoy toca pasar la rasuradora al municipio que Carlos Joaquín siente como propio, luego de haberlo presidido en el trienio de 2005-2008, y que le dolió hasta las entrañas el haber sido derrotado en la pasada elección de 2018 por parte de la verdadera izquierda, de la real Cuarta Transformación, personificada ésta por Laura Beristain.
Así es, Carlos pretende garantizar una continuidad de facto de su gobierno, colocando a su gente de un lado y del otro para mantener el control, como ningún otro ex mandatario siquiera lo ha intentado, haciendo lujo de su verdadera estampa caciquil.
En Solidaridad, Carlos Joaquín tiene prácticamente amarrada la candidatura de la diputada Lili Campos, abanderando al PAN-PRD-PRI, y a la vez pretende colocar a una de las políticas más cercanas, más leales a su causa, a Cristina Torres, haciéndola pasar por la típica “ofendida” que buscará cobijo en otro partido (Morena) para ser candidata y servir al gober como el “mismo palo, para que la cuña apriete”.
Todo parece que el gobernador pretende volver a verle la cara a los solidarenses. Y decimos volver porque en 2005 no debió ser candidato a la presidencia municipal, al no contar con los años de residencia en el municipio. Eso todo Solidaridad lo supo y aún así se inscribió, en aquellos tiempos en que el PRI todo lo podía, incluso sacar actas de residencia falsas.
Lo cierto es que, al más puro estilo borgista (al que tanto vilipendió) Carlos Joaquín quiere comprar todos los boletos de la lotería, garantizar su triunfo sí o sí, y para ello ha echado a andar toda su maquinaria, empezando por sus medios afines, por aquellos a los que ha pagado durante su administración, incluso más que su antecesor, hoy preso en el estado de Morelos.
Pero se equivoca el mandatario del estado si piensa que la sociedad solidarense se chupa el dedo, y por ello es preciso que, primero, los morenistas hagan un alto y reflexionen si la mejor opción debe ser Laura Beristain, política lopezobradorista, de verdaderas convicciones de izquierda, o bien Cristina Torres, diputada joaquinista (ex borgista) ahora vestida de guinda, por oportunismo.
Ni los morenistas ni los solidarenses deben dejarse llevar por el canto de las sirenas, ante la inminente ola de notas en medios pagados desde la Sefiplan a favor de Cristina, enalteciendo sus virtudes, cuando en realidad no las tiene. Prueba de ello es la entrega que hizo de la policía de Solidaridad al gobernador poco antes de entregar la alcaldía, y la posterior protesta de la actual presidenta municipal, por la flagrante violación al artículo 115 constitucional.
Especial cuidado deberán tener tanto el partido (Comité Ejecutivo Nacional como responsable de la determinación final) como la sociedad para tomar la decisión, ya que un error traería daños como la colocación de parquímetros, que pretendieron endilgarlos como una decisión de Beristain, cuando la realidad es que éstos tienen dueño con nombre, apellido y mucho poder el Quintana Roo.
Hoy Solidaridad tiene rumbo, economía sana (según la calificadora Fitch Ratings), con la concreción de decenas de obras (como nunca antes) de gran impacto social que se lograron con una inversión cercana a los mil millones de pesos -en contraparte, el gobierno del estado sólo ha construido el C-5, y de ahí en fuera no ha puesto piedra sobre piedra en casi 5 años-.
Bien lo dijo Laura Beristain como candidata: “Para sacar adelante a Solidaridad, lo primero es amar a esta tierra y a su gente”.